21 nov 2010

EVANGELIO DE LOS DERECHOS DE ARMENIA

Ha llegado el momento para que Armenia, ungida con la sangre de sus vástagos, demande reparaciones por el sufrimiento y la desgracia que ha sufrido a lo largo de su historia y se convierta en el amo de su propio destino. Nikoghayos Adonts, 1919                                               Historiador armenio(1871-1942)



Casi un siglo después de que estas palabras se publicaran en un epígrafe, el barco de la suerte del pueblo armenio aún no ha llegado al puerto de las reparaciones. A costa de nuestros esfuerzos colectivos durante siglos de sacrificio y décadas de lucha, el barco de nuestro destino se acercó al borde de las reparaciones por un corto tiempo hace noventa años, al parecer, sólo por un momento el refugio de las reparaciones estaba a nuestro alcance. Pero los vientos políticos de repente cambiaron de dirección en el último segundo y nos lanzaron hacia el abismo de la conspiración kemalista-bolchevique.
A día de hoy, el barco de nuestro destino está siendo zarandeado en el tempestuoso océano de la política. Es un océano con innumerables arrecifes visibles y ocultos, un mar lleno de piratas, un mar donde nuestro barco está vagando sin rumbo, porque el capitán, en vez de navegar hacia un asilo bendito, está tratando de llegar a un acuerdo con los piratas para dar legitimidad a su botín: un acto absolutamente equivocado y corto de miras.
Hay épocas en la vida de los pueblos, en las que se decide todo el
futuro de la gente. En este momento los armenios nos encontramos en una etapa así. Los desafortunados protocolos entre Armenia y Turquía han trastornado la vida social y política de todos los armenios, han agudizado la memoria de despojo nacional y han consolidado el deseo de formar una oposición nacional en contra de ellos. Hoy día, estamos en un momento decisivo, ya que los protocolos son simplemente inaceptables. Son inaceptables para los intereses supremos y duraderos de nuestro pueblo. El pasado de un pueblo, la seguridad de una nación, y el futuro de un Estado no deben ser sacrificados en aras de los intereses temporales de algunas facciones.


Hace noventa años, el 22 de noviembre de 1920, el Presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson declaró su laudo arbitral. El laudo arbitral de Wilson es el evangelio de nuestros derechos, la base de nuestras demandas, y la única manera de crear un futuro próspero y seguro para la República de Armenia.
Permítanme señalar brevemente sólo algunas cláusulas principales de ese documento tan importante.

Dado que el laudo arbitral se declaró sobre la base del compromiso de las Potencias Aliadas en San Remo el 26 de abril de 1920, así como en el Tratado de Sèvres (del 10 de agosto de 1920), está vigente desde el momento de la firma, es decir, desde el 22 de noviembre de 1920. Por lo tanto, este arbitraje es una decisión vinculante, inviolable y perpetua para todas las potencias aliadas de la Primera Guerra Mundial (que comprenden más de un centenar de países hoy en día) y para todos los Estados miembros del Tratado de Sèvres (actualmente más de veinte países). También es obligatoria, inviolable y perpetua para EE.UU ya que el laudo arbitral tiene el Gran Sello de Estados Unidos, firmado por el presidente de EE.UU. y por el Secretario de Estado.
De conformidad con la Directiva previa, el laudo arbitral de Wilson es vinculante para los países vencidos de la Primera Guerra Mundial también. De acuerdo con los principios básicos del derecho internacional, que están codificadas en los documentos de las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, la realización del laudo arbitral es la obligación no negociable y el deber imperativo de las partes de ese documento, es decir, de todos los países firmantes del compromiso.
Cada 22 de noviembre, nuestra obligación nacional es recordar y demandar a la comunidad internacional para que asuma la responsabilidad de su obligación que se deriva del derecho internacional, y hacerlo no como un favor, sino como una obligación internacional olvidada, en parte negada, pero sin embargo irrefutable e inviolable.
Sólo han sido unas décadas desde que el 24 de abril está marcado como una fecha importante en el calendario armenio, un día que muestra tal vez la mayor manifestación de la voluntad política unida de los armenios. Ese día fue inicialmente un día de réquiem, un recuerdo sagrado para el pueblo armenio, pero luego, gradualmente creció hasta convertirse en un día de conmemoración y de exigencia para el reconocimiento y condena del Genocidio Armenio. En cualquier caso, es un día de pérdida, o, como mucho, un día de reconocimiento de la desposesión.
Como nación, sin embargo, y como una comunidad en la búsqueda de la justicia, necesitamos un día de victoria y la reparación, de la realización de la justicia y el establecimiento de nuestros derechos.


Tenemos un día: el 22 de noviembre, que sostiene el fuego inextinguible del triunfo, el día en que se firmó el laudo arbitral del presidente Wilson y decidió la frontera entre Armenia y Turquía.
Según el laudo arbitral, en las fronteras de la República de Armenia tiene que estar una parte de nuestra patria histórica, la parte norte-occidental. Ese día, una decisión se hizo sobre la base del derecho internacional y entró en vigor una ley legalmente inviolable y perpetua desde el punto de vista jurídico.
El 22 de Noviembre debe convertirse en el día de la restauración de la justicia violada, las demandas nacionales, y del restablecimiento de los derechos que nos han sido usurpados. En una palabra, Día del "Hayrenatirutyún"


Hago un llamamiento a todos para celebrar el 22 de noviembre de cada año con manifestaciones, marchas, piquetes, conferencias, publicaciones, discursos, ya que sólo a través de la idea de "Hayrenatirutyún", seremos capaces de construir la Armenia del futuro.

13 nov 2010

SOBRE LA TOLERANCIA DE ARMENIA Y LAS PELÍCULAS AZERÍES

Yo soy de los que se unieron al grupo de Facebook en contra de la proyección de películas azeríes en Armenia.
¿Soy realmente un patriota tan estrecho de miras para estar en contra de las interacciones culturales? No, en absoluto.
Hace unos años, cuando como siempre, con financiación extranjera, se realizaba una encuesta en los circulos sociales y políticos de Armenia sobre el futuro de las relaciones de Armenia con Turquía y Azerbaiyán, me propuse el establecimiento y desarrollo de lazos culturales mutuos.
¿Qué ha cambiado ahora, para que yo esté contra de tal cosa? Un factor muy importante. La justicia ha sido violada, es decir, el principio de reciprocidad se ha roto. Si existe la intención de mostrar películas de Azerbaiyán en Ereván, al parecer con dinero estadounidense, un evento similar debe ser organizado en Bakú, con la proyección de películas armenias. Si esto no se lleva a cabo, se está transmitiendo un mensaje incorrecto al mundo. La gente podría pensar que existe la necesidad de fomentar la tolerancia sólo a los armenios. No puedo decir que somos una sociedad tolerante en el sentido occidental. Sin lugar a dudas, existe una falta de tolerancia con respecto a ciertas minorías, incluso en nuestra propia sociedad. Aún tenemos un largo camino por recorrer. Sin embargo, el nivel de tolerancia en la sociedad armenia está varios escalones por encima que la tolerancia de la sociedad azerí. Y esto se refiere no sólo a las relaciones internacionales. El principio de reciprocidad es el principio más importante en las relaciones internacionales. Su preservación es imprescindible. Cuando se trata de política internacional, una concesión injustificada en nuestra región es percibida como un signo de debilidad y podría conducir a consecuencias muy peligrosas.
No hay que olvidar que la última película de Azerbaiyán al alcance de nuestra sociedad protagonizó un ciudadano de la República de Armenia, Manvel Saribekyan.

11 nov 2010

VULNERA ARMENIAE. LAS HERIDAS DE ARMENIA

Por qué la Cuestión Armenia debe ser resuelta.


El derecho internacional a menudo personifica a los Estados. En términos de la ley, la principal característica de un Estado es su personalidad jurídica internacional, es decir, la capacidad de establecer relaciones individuales en la arena política internacional.
En consecuencia, las relaciones entre los Estados son muy similares en muchos aspectos a las relaciones entre los individuos, ya que, en general, los intereses de un estado avanzado derivan de los intereses colectivos de sus ciudadanos. Cuando se representa a un Estado como si fuese un individuo, el derecho internacional utiliza un vocabulario referente a los individuos para describir fenómenos políticos y jurídicos. Por ejemplo, existe un concepto de "Estado lesionado" en el derecho internacional. "El Estado lesionado es un Estado cuyo derecho ha sido vulnerado a través del incumplimiento intencionado de la obligación por el hecho ilícito de otro Estado". Cuando echamos un vistazo a nuestro pasado no muy lejano, se hacen evidentes las profundas heridas infligidas al Estado armenio como consecuencia de las intrigas bolcheviques y kemalistas en los años 1920-1921.
Haciendo caso omiso a las obligaciones que había asumido ante la comunidad internacional, con el apoyo de los bolcheviques y la carta blanca de Occidente, Turquía ha violado nuestros derechos y ha negado los recursos mínimos necesarios para mantener nuestra condición de Estado. Es decir, el perjuicio causado a nuestra condición de Estado representa un descenso cualitativo de la viabilidad de nuestro estado. Es importante distinguir claramente entre una simple pérdida territorial y pérdida de viabilidad.
Por ejemplo, la ocupación del norte de Chipre por parte de Turquía es una pérdida de territorio y riqueza, pero no causa cambios cualitativos. A pesar de que ha perdido el 37% de su territorio, Chipre no ha perdido la capacidad de comunicarse libremente con el mundo, y por ello ha mantenido su capacidad de desarrollo. La República de Armenia, sin embargo, como consecuencia de la pérdida de la región de Kars (incluso dejando de lado por el momento el territorio concedido a la República de Armenia mediante el laudo arbitral de Woodrow Wilson), por lo ménos perdió su capacidad de interacción con el resto del mundo, la capacidad de defender su propia capital, y mantener cierta influencia sobre Georgia. Con el fin de encontrar soluciones a estas circunstancias, hay que tener una visión sobria de la realidad actual, ya que con dichas fronteras, con la posición geopolítica, y con los vecinos que tiene, la República de Armenia no tiene futuro. Los daños causados a nuestra condición de Estado son incompatibles con el funcionamiento de nuestro Estado. Mientras dichas heridas no hayan cicatrizado, es a lo sumo una forma de romanticismo medieval tardío tener esperanza alguna de vivir en un país seguro y próspero. Si yo fuera poeta, diría que las marcas de los clavos siguen llorando en las palmas de nuestras manos y nuestras heridas están todavía sangrando.
Me gustaría hacer hincapié en algo muy importante. No hay alternativa al establecimiento de la democracia y el imperio de la ley en Armenia. Es más, en términos de tiempo, me gustaría darles prioridad ante todo. Sin ellos, nada sería posible, en absoluto.
Para la existencia de nuestra propia condición de Estado, la democracia y el Estado de Derecho son condiciones de vital importancia. Pero el verdadero problema es que esas condiciones necesarias son insuficientes.
Armenia necesita los recursos mínimos para su viabilidad, es decir, la resolución de la Cuestión Armenia, tal y como viene denominando la comunidad internacional desde hace más de un siglo. ¿Finalmente, qué es la Cuestión Armenia? Es la garantía de las necesidades mínimas para la existencia digna del pueblo armenio. En la etapa actual, el enfoque de una solución a la Cuestión Armenia ha cambiado. Ahora la solución es la restitución material,territorial y moral que concede el derecho internacional a la República de Armenia.
El enfoque puede haber cambiado, pero la esencia es la misma; las condiciones mínimas de viabilidad necesarias para la existencia de la República de Armenia sólo pueden lograrse a través de la resolución de la Cuestión Armenia.
Debemos ser conscientes de ello, pensar claramente lo que debemos hacer y evitar cualquier paso equivocado.
En última instancia, la destructiva espada de Damocles de los protocolos entre Armenia y Turquía se cierne sobre nuestras cabezas.