2 dic 2011

SOBRE EL RECONOCIMIENTO DE LA REPÚBLICA DEL ALTO KARABAJ. ESPERANZAS E ILUSIONES


El debate sobre el reconocimiento de la República del Alto Karabaj (Nagorno Karabaj, Artsaj) en general y, específicamente, el reconocimiento por parte de la República de Armenia se ha convertido en un tema principal en los últimos tiempos. Las discusiones han sido de carácter político, aunque el reconocimiento de un Estado es ante todo un asunto legal. Existen dos enfoques: el primero es que el reconocimiento de la independencia del Alto Karabaj nunca llegará. En cuanto al segundo, parece que el reconocimiento de la república es la solución final. Me abstendré de evaluar estas dos teorías e insistiré en los aspectos jurídicos de esta cuestión para tratar de demostrar que la cuestión es mucho más complicada de lo que parece a simple vista.


El reconocimiento de cualquier estado - independientemente de en qué medida ese acto tendría un fundamento político - es un fenómeno legal. En consecuencia, es necesario examinar las premisas y las consecuencias jurídicas que tienen que ver con el reconocimiento de los estados.


El primer reconocimiento de un país mediante un tratado en tiempos modernos tuvo lugar en 1648, cuando holandeses y españoles pusieron fin a la Guerra de Flandes (1568-1648). España reconoció la independencia de los Países Bajos Unidos, que se había separado sesenta y siete años antes, al haber declarado su independencia en 1581.


Para comprender más a fondo la cuestión del reconocimiento de los Estados de nueva creación, es necesario tener en cuenta qué tipo de criterios son presentadas en el derecho internacional para conseguir el reconocimiento de la independencia de los países. De acuerdo con el derecho internacional, hay tres criterios: un territorio fijo, una población y un gobierno efectivo[1] 
Me parece necesario destacar que el derecho internacional no establece ningún umbral mínimo para el territorio o la población. En este sentido, es importante que el territorio y la población sean permanentes, y eso es todo. Por ejemplo, hay dos áreas entre el norte de Sudán y el sur de Sudán, actualmente en proceso de establecimiento de su independencia - Abyei y Kurdufan Sur (10.460 km2 y 60.000 habitantes y 158.355 km2 y una población de 1.1 millones respectivamente) - un total de 1.160.000 personas y 168.815 kilometros cuadrados, cuyo destino se decidirá en un futuro próximo. Como pueden ver, una circunstancia indecisa no obstaculiza el proceso de establecimiento de la independencia. Permítanme también subrayar que el territorio de la República del Alto Karabaj está marcado con una precisión total de hasta el último metro que le separa de Azerbaiyán.
En cuanto a un gobierno efectivo, está clarísimo que, al menos desde mayo de 1994, los funcionarios electos de la República del Alto Karabaj han cumplido las obligaciones del gobierno en todo el territorio de la república. Me gustaría subrayar, en particular, que la República de Azerbaiyán nunca ha mantenido un gobierno efectivo en ninguna parte del territorio de la República del Alto Karabaj, y tampoco sobre el oblast Autonómico de Nagorno Karabaj en tiempos de la Unión Soviética. Pues el gobierno era nombrado desde Moscú.


Los puntos anteriores son los tres criterios para su reconocimiento. Pasemos ahora a las bases que hay para negar el reconocimiento de la independencia. Dentro del derecho internacional hay dos condiciones que pueden obstruir el reconocimiento de un país. La primera es la falta de independencia. La posición del Alto Karabaj es bastante débil en este caso. Nos estamos olvidando de un factor importante - la independencia no sólo de Azerbaiyán, sino también de Armenia. Y así, mientras el Alto Karabaj se quede fuera del proceso de negociación, es ingenuo esperar que algún Estado reconozca la independencia de la República del Alto Karabaj.


La segunda condición que dificulta el reconocimiento es la violación de cualquiera de los componentes del principio de autodeterminación, por ejemplo, si hay una representación inadecuada de un determinado grupo étnico o religioso dentro de las autoridades locales. En este caso, la representación de las autoridades del Alto Karabaj están completamente en línea con la población actual del país.


La conducta y el orden son factores que deben prevalecer en un estado que busca el reconocimiento. Desde una perspectiva puramente jurídica, un régimen democrático no es un requisito previo para que la independencia sea reconocida. Sin embargo, la nota del Alto Karabaj de "parcialmente libre" a "no libre", según el índice elaborado anualmente por Freedom House es un grave retroceso en el camino de la república hacia su reconocimiento. Se pueden hacer objeciones respecto a este argumento: después de todo, si alguien quisiera reconocer algo, estas circunstancias también se reconocerían. Estoy de acuerdo. Pero el problema es precisamente que no quieren reconocer, por lo que en tal caso, la política más prudente sería eliminar todas las condiciones y pretextos para no reconocer.


Pasemos ahora a la otra cuestión importante. ¿Qué consecuencias jurídicas traería el reconocimiento de la independencia o, dicho más claro, ¿por qué algunas personas insisten en el reconocimiento de la República del Alto Karabaj?


Esta pregunta tiene dos partes. Una de ellas es el reconocimiento de la república por parte de la República de Armenia, y el segundo es el reconocimiento por parte de otros países. El reconocimiento por parte de Armenia traerá más reacciones. Algunas estarán motivadas por consideraciones políticas. Pero el tema tiene una complejidad legal muy serio, que siempre es ignorado. De acuerdo con la Declaración de Independencia la República de Armenia, que forma parte de la Constitución de la República de Armenia, el establecimiento de la República de Armenia se basa, entre otras cosas, "la decisión de 1 de diciembre de 1989, según el cual, el Consejo Supremo de la República de Armenia y el Consejo Nacional  de Artaj (Karabaj) de "reunificar la RSS de Armenia y la Región Montañosa de Karabaj". Es decir, se reconoce la legalidad de dicho documento. La cláusula tercera de esa decisión conjunta declaró "la reunificación de la RSS de Armenia y el Alto Karabaj". ¿Cómo podría la República de Armenia, entonces, reconocer parte de su propio territorio como independiente? Me gustaría subrayar que la reunificación del Alto Karabaj no sólo es un hecho codificado de jure en la Constitución de la República de Armenia, sino que también es de facto y es una realidad de nuestra vida cotidiana. Si ese no fuera el caso, el servicio militar obligatorio de los reclutas del Ejército de la República de Armenia en el Alto Karabaj sería ilegal, la gente del Alto Karabaj nunca podría llevar pasaportes de la República de Armenia, y Robert Kocharyan no podría participar en las elecciones presidenciales de la República de Armenia.


Aquellos que buscan el reconocimiento del Alto Karabaj creen que el reconocimiento aumentaría la seguridad del país. Si dejamos de lado la decisión de naturaleza antionstitucional, tal vez haremos lo correcto. Pero recordemos que un Estado reconocido tampoco estaría a salvo de una agresión exterior. Hay numerosos ejemplos recientes para apoyar esta tesis: las incursiones regulares turcas en Irak, la invasión de Irak desde Kuwait, el asalto por parte de Israel en el Líbano, la invasión turca de Chipre, y así sucesivamente. Por lo tanto, teniendo en cuenta las experiencias de un pasado no muy lejano, podemos resumir que, sí, el reconocimiento internacional aumentaría el nivel de seguridad de la República del Alto Karabaj, pero no sería una garantía para asegurar la existencia de la república.


Ahora la pregunta más importante: ¿qué hacer? La historia atestigua el hecho de que los estados existen siempre y cuando ese Estado y sus adversarios mantienen un equilibrio de poder. La respuesta, entonces, es muy simple: el equilibrio de poder debe ser mantenido. Me gustaría destacar especialmente que el poder y los militares no pueden ser considerados la misma cosa. La fuerza coercitiva es un componente importante de la energía, pero es sólo un componente. La pregunta más difícil surge de esto: ¿cómo mantener el equilibrio de poder del Alto Karabaj y la República de Armenia, por una parte, y Azerbaiyán y Turquía, por otra, cuando los elementos que componen el poder de las partes se basan en cosas esencialmente diferentes. En pocas palabras, estamos detrás de nuestros adversarios potenciales en términos de política, economía, territorio, posición geográfica, población, recursos, producción militar, etc. Esta pregunta que parece tan difícil a primera vista tiene una respuesta muy simple. Como el equilibrio es un concepto relativo, es decir, es la comparación del poder de los lados, si una de las partes no puede mantener el equilibrio por sí mismo porque la otra parte es más fuerte, hay que buscar una solución rápida, la de debilitar al oponente. Hay muchas maneras de hacerlo. Me referiré sólo a unas cuantas. Los pueblos nativos que actualmente viven en Azerbaiyán, cuyo número es por lo menos de dos y medio a tres millones - lezguines, ávaros, tsakhur, talysh, tat, udi, y otros - están sufriendo bajo el yugo del nacionalismo azerí. Sí, las identidades de muchos se reprimen o se ocultan por la fuerza, pero la utilización de información correcta alentaría el despertar de la conciencia nacional de estos pueblos. Nuestras delegaciones en diversos organismos europeos y nuestras embajadas en todo el mundo civilizado siempre deben mostrar a la comunidad internacional las pruebas de la discriminación y el sufrimiento de las minorías étnicas en Azerbaiyán. En la práctica, sería necesario transmitir programas de radio y televisión del Alto Karabaj en ruso, turco, y en las lenguas de dichos pueblos, y también crear sitios web para y sobre ellos. Me imagino que la gente se opondría, diciendo que no hay experiencia, ni fondos para todo esto. En primer lugar, acerca de la financiación. Si se redujesen o suprimiesen las pensiones honoríficas de los exfuncionarios del Alto Karabaj del presupuesto de la república, sería suficiente para llevar a cabo el plan que he mencionado. Y cuando hay financiación, la experiencia se gana muy pronto. Todavía hay personas que representan a los pueblos originarios de Azerbaiyán y quieren luchar por el futuro de su propio pueblo. También creo que sería mejor si el Fondo Armenia renovara una o dos escuelas menos y en lugar de construir un club de windsurf en las orillas del lago Sevan, pusiera en práctica el plan que propongo. Si se rompiese definitivamente el balance, la guerra sería inevitable, y todas las renovaciones y construcciones de escuelas quedarían en ruinas. Por lo tanto, el mantenimiento de un equilibrio externo a través de contrapesos internos debe ser uno de los fundamentos de la política de la República de Armenia y el Alto Karabaj.


Lo anterior se aplica a Turquía también. En la Turquía de hoy, hay un profundo proceso de búsqueda de identidad en curso. El mejor ejemplo es el pueblo zaza, que, según algunas estimaciones, podría contar con hasta tres millones de personas en Turquía. Las relaciones con los kurdos son muy importantes y, teniendo en cuenta los procesos en marcha en nuestra región, éstos podrían ser decisivos para el futuro de Armenia. Armenia debe llevar a cabo políticas mucho más maduras y con visión de futuro, ahora, que acaba de celebrar el vigésimo aniversario de su independencia. Tenemos que entender que, si podemos restaurar nuestros derechos, por lo menos el establecimiento de un estado intermedio entre nosotros y Turquía coincide con nuestros intereses fundamentales. Si no, el reconocimiento internacional de la independencia del Alto Karabaj, no nos salvará. Me gustaría recordar que nuestra primera república tenía el pleno reconocimiento de la comunidad internacional, incluídos Turquía y Rusia, pero eso no les impidió atacar a la República de Armenia y repartirla entre ellos.


La otra forma de garantizar la seguridad de la República del Alto Karabaj es mantener a Turquía lo más lejos posible de la región. Lamentablemente, los desafortunados protocolos entre Armenia y Turquía actuaron como un caballo de Troya y sirvieron a Turquía para meter las narices en las negociaciones sobre el Alto Karabaj.


Está claro que, en esencia, cualquier negociación entre Estados, es un proceso de utilización de influencias. Las negociaciones pueden ser de beneficio para uno, si uno cuenta con más influencias de las que tiene tu adversario. Cuando, hace años, propuse mi plan al presidente de la República, hice hincapié sobre la reactivación del laudo arbitral de Woodrow Wilson, y propuse varias soluciones para der garantías de seguridad a la República de Armenia y el Alto Karabaj. Hoy día, estoy convencido de que si el laudo arbitral de Wilson recibiera el peso correspondiente y llegara a ser objeto de atención suficiente por parte de influyentes órganos jurídicos y expertos, podría actuar como una pieza seria de apalancamiento para nosotros para garantizar la neutralidad de Turquía en las cuestiones esenciales. Considero que la utilización de canales de presión e influencia sobre Turquía debe ser la meta más importante de nuestra política exterior, y que laudo arbitral de Wilson podría servir para guiarnos en ese sentido. Lo más lamentable, a pesar de todos mis esfuerzos, no he logrado apoyos suficientes durante los últimos cinco años, de lo contrario no continuaría mi lucha solo y tendría por lo menos una institución u organización que me apoyara.


En resumen, podemos extraer las siguientes conclusiones:


1. El reconocimiento de la independencia de la República del Alto Karabaj sería muy inoportuno políticamente, y está lleno de consecuencias legales indeseables.
2. Sin las reformas constitucionales, el reconocimiento del Alto Karabaj por parte de la República de Armenia sería anticonstitucional.
3. El reconocimiento del Alto Karabaj por parte de cualquier país, violaría la integridad territorial de la República de Armenia.
4. El reconocimiento de la independencia por parte de cualquier país sin el reconocimiento previo por parte de la República de Armenia, pondría en grave peligro legal a los soldados armenios destinados en el Alto Karabaj.
5. Nuestros esfuerzos deben ser dirigidos principalmente al mantenimiento del equilibrio de poderes. Azerbaiyán debe ser debilitado internamente, y respecto a Turquía, debemos utilizar diferentes medios de influencia.
6. La cuestión del reconocimiento de la República del Alto Karabaj debe ser eliminada de la agenda política de Armenia como una cuestión inviable en la práctica, y un objetivo que no tendría ningún resultado real.


Hace algunos años, tuve la oportunidad de conocer a uno de los ex copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE. Nuestra conversación fue franca, ya que los dos éramos exfuncionarios. En respuesta a mi pregunta, en cuanto a qué destino tendrá el Alto Karabaj, me contestó: "¿Qué va a ser? Si podeis mantenerlo, será vuestro, en caso contrario, será de los azeríes."
La respuesta es por supuesto bastante cínica, pero es la única verdad.

[1] Jochen Abr. Frowein, el reconocimiento, p. 34, Enciclopedia de Derecho Internacional Público, [ed. Rudolf Berhardt], v. IV, North-Holland, 2000.